El Compromiso Ético adoptado por la Universidad Nacional de Colombia mediante la Resolución de Rectoría No. 11 de 2018, tiene como objetivo promover comportamientos que contribuyan al bien de la Universidad, de sus miembros y de la sociedad que la hace posible. En este sentido, desde la óptica ambiental, los Valores Éticos se interpretan de la siguiente manera:
El valor de la pertenencia se sustenta en el amor hacia la UNAL, lo que lleva a los integrantes de la comunidad universitaria a sentirse miembros de un espacio compartido y a comprometerse con metas, aspiraciones, valores e ideales comunes que contribuyan a buscar la excelencia desde la labor que se hace, especialmente focalizada a la sostenibilidad ambiental.
La equidad, sustentada en la justicia, implica que cada integrante de la comunidad universitaria UNAL cuenta con el reconocimiento de sus derechos y deberes en materia ambiental, considerando una distribución justa de acuerdo con cada situación particular y contexto, evitando discriminaciones por cuestiones relacionadas con el pensamiento ambiental.
La honestidad implícitamente conlleva la sinceridad, transparencia, coherencia y honradez, de tal manera que esto se refleja en la capacidad de hablar con la verdad y de guardar coherencia entre los pensamientos y las acciones en relación con el entorno. Así mismo, la honestidad, es aliada de la lucha en contra de cualquier acto de corrupción que atente contra el ambiente.
La solidaridad se refleja en el trabajo en equipo orientado a la preservación del ambiente como un patrimonio irremplazable y en el acompañamiento a personas o grupos sociales en sus proyectos de vida encaminados a este propósito, lo que se traduce en sentimientos de empatía, afecto y confianza.
La responsabilidad implica un actuar libre, guiado por la voluntad y el entendimiento de los deberes y derechos que posee cada persona, y, por tanto, permite alcanzar la excelencia en todas las labores que se realizan, comprendiendo que los actos propios afectan a los demás, a la institución de la que se es miembro, a la sociedad y a la sostenibilidad del medio ambiente.
El respeto se fundamenta en reconocer que las personas y quienes habitan sus entornos son fines en sí mismos y no medios para satisfacer fines. Esto significa que todos los seres poseen dignidad, ya que son sujetos y no objetos y, por tanto, merecen atención y cuidado. De este modo, este valor se asocia con la tolerancia, el buen trato, el pluralismo y la convivencia armónica entre todas las especies que habitan la tierra.
El diálogo como valor ético, se manifiesta en aquellos comportamientos que parten de reconocer a las otras personas como interlocutores válidos, como seres humanos dignos que disponen de libertad para expresar opiniones, críticas y desacuerdos según su relación con el entorno. Así, como herramienta de comunicación oral o escrita, facilita la minimización de conflictos a través del consenso entre quienes piensan diferente, para incentivar la toma de conciencia referente a la protección y cuidado del ambiente.